A quién de nosotros no le fascinan los títeres… Son sinónimo de diversión, de pasar buenos momentos y de infancia sana.
Permíteme contarte que hoy mis dos hijos ya son adolescentes crecidos (20 y 17 años), pero en mi experiencia de mamá, utilicé muchas veces títeres a lo largo de su infancia. Más allá de las ocasiones que te imaginas, ellos fueron valiosos auxiliares en momentos difíciles.
Cuando estaban enfermos y hay que tomar un medicamento que no gustaba…, o cuando había que comunicar una mala noticia y no sabía como…, o cuando quería enseñarles algo muy difícil de explicar con palabras (por ejemplo el valor de decir “lo siento”) siempre fue más fácil inventando alguna historia y representándola con títeres.
Hoy que son grandes…, y se convierten en adultos con principios y convicciones firmes, compruebo que fue tiempo muy bien invertido. Te invito a intentarlo y a inspirarte con alguno de los diseños que ves en estas imágenes.
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