Los colores generan diferentes sensaciones y jugar con ellos permite plasmar diferentes efectos en paredes y techos. Otra posibilidad es mezclar la pintura con agua para rebajar su intensidad, una medida que determina el nivel de
saturación (fuerte o suave) del color. La clave está en la preparación. Hay que mezclar la cantidad correcta de pintura y agua.
De acuerdo a la técnica a la que se recurra -esponjado, trapeado o aguada- las medidas varían.
–En el primer caso el esponjado: es aconsejable diluir una parte de pintura en diez de agua, si se quiere conseguir un tono fuerte. Para los tonos suaves, se recomiendan 30 partes de agua.
–En el trapeado o aguado: la proporción es de una parte de pintura por cinco (fuerte) o 25 de agua (suave), mientras que en la aguada se recomiendan 10 o 20 partes de agua, en función del grado de saturación que se quiera alcanzar.
La mezcla se debe llevar a cabo en un recipiente cerrado. Una vez realizada, se agita hasta diluir por completo la pintura en el agua. Para favorecer su disolución es preferible emplear agua templada. En paredes, la aguada de color, en combinación con el uso de trapos o esponjas, crea diferentes efectos de gran estilo.
Estos utensilios se utilizan para realizar trazados que dan lugar a formas originales. Se puede pintar con líneas rectas (verticales u horizontales), curvas, mediante la técnica del puntIldo o hacer marcas al azar. Para ello, se vierte la pintura sobre un recipiente, se moja el trapo o esponja y se aplica sobre la pared en el modo elegido.
Extraido. Buenas ideas
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