La aerografía es un arte que puede resultar algo complejo de dominar, ya que no depende sólo del talento individual, sino que también incide la calidad de los implementos utilizados. Esta técnica de pintura, sin embargo, tiene muchos seguidores ya que permite decorar cualquier superficie.
Algunas versiones indican que los antecedentes más remotos de la aerografía se encuentran en la Prehistoria, cuando los hombres utilizaban tubos formados con huesos para lanzar pigmentos sobre las paredes de las cavernas.
Hoy en día, por suerte, ya no necesitamos apelar a los huesos para desarrollar este arte. El instrumento básico de la técnica se conoce como aerógrafo, una especie de pistola que se conecta a un compresor de aire y que expulsa chorros de aire con partículas de tinte o pintura.
Abner Peeler y Charles Burdick son señalados como los inventores del aerógrafo moderno, a finales del siglo XIX. En la actualidad, este dispositivo neumático se utiliza tanto con fines artísticos como industriales.
Los aerógrafos permiten realizar sombreados, barnizar, aplicar colores metálicos de forma uniforme, aclarar zonas o simular polvo, por ejemplo. Sin embargo, para que cumplan con su función a la perfección, hay que tomar ciertas precauciones.
Resulta imprescindible limpiar el aerógrafo después de utilizarlo. Para esto es necesario desarmarlo y dejarlo en remojo en alcohol. Si el aerógrafo está sucio, puede atascarse la palanca de accionamiento o incluso formarse burbujas en la pintura aplicada.
Una vez que dominemos los secretos de la aerografía, podremos decorar camisas, sillones, muebles o hasta motos y coches, con una inmensa variedad de colores y cualquier diseño que surja en nuestra imaginación.
En BlogManualidades.com: Pirograbado
Imagen 1 Flickr CC kerryvaughan
Imagen 2 Flickr CCdoviende
Dejar una contestacion